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LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICO-TÉCNICA Y SU IMPACTO EN LAS CIENCIAS MÉDICAS.

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LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICO-TÉCNICA Y SU IMPACTO EN LAS CIENCIAS MÉDICAS.

Autora: Dra. Melba Hernández Pino. Especialista de Primer Grado en Medicina General Integral.  Profesor   Instructor.

Introducción

En el mundo moderno, por vez primera, la ciencia deja de ser un factor más de la historia para convertirse en una fuente impulsora. La historia de nuestra época está decisivamente afectada por la ciencia, por sus aplicaciones técnicas. Tanto la ciencia como los científicos están implicados en la historia económica, política, militar o del pensamiento. El sabio aislado en su laboratorio, dedicado a experimentar según sus curiosidades o fiado en el azar, dejó de concebirse en nuestra época.

Los fabulosos gastos en la investigación científica exigen de verdaderos equipos de científicos, distribuidos en diferentes campos concretos del conocimiento, incluyendo su planificación y programación cuidadosa. El afán científico es movido por las necesidades del mundo moderno. Hasta el siglo XX, primero era la ciencia y después la búsqueda de sus aplicaciones. En nuestros días sucede al revés: son las necesidades las que impulsan los descubrimientos y enfocan el trabajo de los científicos.

La Revolución Científico-Técnica (RCT) por su parte, es un fenómeno complejo y multifacético que en su desarrollo pone de manifiesto nuevos aspectos y descubre cada vez más su contenido. Es un cambio cualitativamente radical del sistema íntegro de las fuerzas productivas, provocado por el único proceso de desarrollo de la ciencia, la técnica y las tecnologías, condicionado desde el punto de vista económico-social, y como un largo proceso histórico, lo cual ha repercutido sobre los impetuosos avances de las ciencias médicas. En tal sentido nos hemos propuesto profundizar en algunos de los contenidos teóricos de la ciencia, la RCT y su repercusión en las ciencias médicas.

Desarrollo

En la segunda mitad del siglo XX, la introducción de la ciencia en la vida cotidiana se aceleró extraordinariamente con la revolución científico-técnica. La ampliación e intensidad de la introducción de los resultados científicos en la vida impuso la necesidad de reconsiderar las nociones sobre el lugar de la ciencia en el sistema de valores de la cultura. Junto a las transformaciones materiales de la vida, emergieron cuestionamientos éticos y existenciales profundos. Dentro de este desarrollo científico uno de los apremiantes que más controversia ha ocasionado es precisamente el impacto de esta revolución científico técnica en el campo de la salud junto a otros grandes descubrimientos que han alertado a todo el planeta como son la clonación y la transgénesis.

En el campo de la salud son innumerables los ejemplos relacionados con el desarrollo de la ciencia y la técnica y sus implicaciones éticas, tal es el caso de los nuevos conceptos de muerte en especial el de la muerte encefálica y el estado vegetativo persistente y es que la muerte, como hecho que afecta al ser humano y desde los propios orígenes del hombre, ha sido abordada de forma muy heterogénea según la concepción teológica, filosófica o científica que se tenga del mundo, esta heterogeneidad se debe a que las diferentes maneras de analizarla no siempre coinciden, mucho menos se complementan a plenitud.

Cada una de ellas aspira a interiorizar, conocer y poseer el fenómeno de la muerte por lo cual definir a una persona como muerta presupone una serie de dilemas éticos legales y morales, la introducción del concepto de muerte encefálica origina nuevos cuestionamientos donde los métodos históricos relacionados con el tema deben ceder ante nuevos criterios probados científicamente. Esto motivó una verdadera revolución en el concepto de la muerte, cuando la atención se desplazó hacia definiciones basadas en considerar la pérdida definitiva de funciones integradas en el encéfalo.

Es significativo también que la manipulación de genes humanos y la aplicación de sus potencialidades ocasionan grandes implicaciones sociales, políticas, económicas y culturales que van mucho más allá de lo que tradicionalmente ha preocupado a la ciencia, debido a las consecuencias, beneficiosas y también nefastas, que puede tener su uso, en especial para las futuras generaciones.

Los avances de la genética molecular, han creado, por supuesto, no sólo un gran interés en todo el mundo, sino una amplia expectativa sobre la contribución que sus resultados pueden dar al mejoramiento de la salud humana, el alargamiento o «inmortalidad» de la vida, a tener hijos por encargo, etcétera. Sin embargo, estos avances tomaron desprevenidas a las disciplinas del deber ser y las enfrentaron, cruda e inesperadamente, a una serie de acuciantes preguntas en relación con qué debe ser permitido, dentro de qué limites y hasta cuáles consecuencias. Lo cierto es que las respuestas éticas resultantes no se corresponden con el desarrollo que en este sentido ha alcanzado el mundo científico .

La clonación en mamíferos, particularmente la de una oveja adulta a partir de una célula mamaria (Dolly), permitió valorar las perspectivas que abrían estos resultados, pero también las interrogantes que se planteaban sobre la posibilidad de extensión de esta tecnología al ser humano, pues en esos momentos se encontraba en plena efervescencia el desarrollo del proyecto sobre el genoma humano. El impacto de estos resultados dio origen a respuestas inmediatas, entre las que se encuentran lo planteado en la Declaración Universal sobre el Genoma Humanos y los Derechos Humanos, aprobada en la Conferencia General de la UNESCO en 1997, en relación con a la cual su Director General expresó: "Más allá de los conocimientos y las capacidades tecnológicas, corresponde a la ética tasar el límite entre lo posible y lo aceptable. Ni la ciencia ni la tecnología pueden hacerlo" .

La clonación humana, como un método sostenido de procreación de naturaleza asexual, condenaría a nuestra especie a una indefectible desaparición, pues colocaría al hombre en una posición de indefensión frente al ataque de agentes patógenos o frente a situaciones ambientales hostiles. En relación con esto Wilmut plantea: "Yo no aceptaría la clonación de genes humanos bajo ninguna circunstancia, ni siquiera la más desesperada" 

Además, en estos procedimientos se adopta la lógica de la producción industrial, pues se analiza y favorece la búsqueda de mercados, perfeccionar la experimentación y producir siempre modelos nuevos no sólo más efectivos técnicamente, sino también más rentables económicamente. Se convierte a la mujer en instrumento, al reducirla a algunas de sus funciones puramente biológicas (prestadora de óvulos y de útero), a la vez que se experimenta en la creación de úteros artificiales, último paso para la producción, en el laboratorio, del ser humano.

Como otro elemento importante a tener en cuenta en la peligrosidad de estos métodos es que se alimenta la idea de que algunos hombres pueden tener un dominio total sobre la existencia de los demás, hasta el punto de programar su identidad biológica. Esta concepción selectiva del hombre tendrá, entre otros un basamento eugenésico en detrimento de la integralidad del individuo y por tanto violando los preceptos éticos conocidos hasta el momento en el desarrollo de la humanidad.

Uno de los grandes proyectos de finales del Siglo XX, el conocido Proyecto Genoma Humano y sus indudables beneficios posibilita que los conocimientos derivados de él puedan causar perjuicios a las personas y a la sociedad en su conjunto. Existen enfermedades que, aún cuando pueden ser diagnosticadas tempranamente, no se conoce exactamente la función específica del gen que las determina y, por tanto, no se pueden establecer métodos de terapia, e incluso muchas de ellas se manifiestan en edades tardías. Lo que plantea el problema ético de si se debe promover el aborto de un futuro ser humano que quizás pueda llevar una vida normal y completamente sana lleva a preguntarnos si es correcto anticipar el diagnóstico de enfermedades que hasta el momento no pueden prevenirse o tratarse y, por tanto, de mejorar su pronóstico.

En el caso de estas enfermedades, aun cuando se logren identificar los genes predisponentes, esto no representará un beneficio preventivo o terapéutico; sin embargo, el conocimiento de esta afección puede generar profundos dilemas en lo afectivo y en la calidad de vida de las personas involucradas.

El desarrollo de los métodos diagnósticos, acelerados por los resultados del mapa del genoma humano, puede ser usado como instrumento de discriminación genética de individuos o familias, de modo que encarezcan su cobertura de salud o incluso impidan o limiten su acceso a determinados trabajos. Esto propiciaría la aparición de ciudadanos de segunda categoría, aquellos que por herencia, estuvieran predispuestos a cualquier enfermedad crónica como la diabetes, la hemofilia, enfermedades cardiovasculares, etcétera, lo que pudiera representar una nueva forma de minusvalía. Ahora que el PGH ha demostrado que más del 99% del genoma es idéntico en todos los seres humanos, lo que deja sin valor los argumentos biológicos para explicar las diferencias raciales, se acude a la discriminación genética y se asume que ciertas constituciones son mejores que otras las células de una nueva función.

Se hace necesaria entonces la transición del médico de familia del pasado siglo a un médico que, deslumbrado por los avances tecnológicos, subvaloró la significación de sus vínculos cognitivo-afectivos con el paciente y su familia, los cuales fueron desplazados como recursos básicos en su gestión profesional por el equipamiento moderno. El paciente dejó de ser una persona y se convirtió en un conjunto de órganos, cuyas disfunciones o lesiones eran evidenciadas mediante pruebas de laboratorio o gabinete, cada vez más sofisticadas, y cuyo diagnóstico y terapéutica, con igual nivel de aparataje, llegaron a ser considerados los objetivos exclusivos de la más humana de las profesiones.
La atención al hombre y a su salud como concepto amplio ha sido beneficiado enormemente por el desarrollo de la ciencia y la técnica y los ejemplos serían infinitos, la aparición de nuevas tecnologías que facilitan la recuperación de la persona con una calidad de vida adecuada, equipamientos de todo tipo que hacen posible llegar hasta lugares impensados del cuerpo humano, medicamentos preventivos que posibilitan curar la mayor parte de las enfermedades conocidas, el trasplante órganos y tejidos, la cirugía de mínimo acceso, vacunas para un gran número de enfermedades o la atención sistemática de enfermedades crónicas entre otros aportes , nos hacen pensar en la necesidad de la aplicación ética de cada uno de estos aportes, para beneficio del hombre y de la humanidad.

Los avances tecnológicos, constituyen un elemento de vital importancia para la vida y la salud humana, pues ellos condicionan, el incremento  de la calidad y el nivel de vida de los hombres y estos factores, son indicadores fundamentales de la salud humana; sin embargo, una  parte considerable de la población mundial se ve privada de estos indicadores, pues el desnivel y desproporción en ese desarrollo científico-técnico, de los distintos países,  entre las distintas clases y sectores  de estos países lo impide.  

Los nuevos conocimientos adquiridos por el hombre, el desarrollo de nuevas formas productivas a partir de la ciencia y la tecnología, la ampliación de los flujos informativos; la inclusión de todo esto en la vida cotidiana en forma de objetos e instrumentos, conocimientos y modos de vida transformados, han hecho hoy día el cambio preferible a la estabilidad, y elevado el valor social de la novedad y la creatividad.

Esta modificación de la vida cotidiana en dirección a la preferencia por el cambio podría entenderse como un progreso, una ventaja, un hecho novedoso positivo. Ello sería totalmente cierto, si no se tratase de un proceso en el cual la opción por el cambio y la instrumentación del saber se han convertido en amenaza para la propia vida, y no sólo la humana .

La aplicación de políticas neoliberales, el debilitamiento de las funciones  del Estado en la esfera social, que limitan su capacidad para garantizar un desarrollo sostenible, con equidad, justicia social y participación popular, es el impacto de la globalización en la esfera político social.  
En América Latina, después de diez años de aplicación de modelos neoliberales, los resultados para casi la generalidad de los países han sido que al lado del crecimiento económico y la relativa estabilidad macro económica que exhiben como éxitos del neoliberalismo; se ha producido un deterioro de las condiciones de vida de las inmensas mayorías empobrecidas del continente, ensanchándose cada vez más la brecha social, y acelerándose el deterioro de la naturaleza. La  falta de industrialización, pues el desarrollo científico- técnico que ha alcanzado el mundo hoy no llega a nuestros países, condenados a carecer de tecnología de punta, al atraso tecnológico y el desempleo y la informatización de las economías se profundiza, descomponiendo la sociedad, afectando sus valores de solidaridad y justicia social.  

Es en América Latina, donde puede observarse el abismo insuperable que abren al interior de  los países las tendencias reinantes de la globalización neoliberal,  y exponen  al total olvido a las masas, de quienes dadas sus nuevas funciones en la actualidad, se ha desentendido el Estado. Las tendencias privatizadoras se asentaron también en  la esfera de los servicios de salud, convirtiendo a los médicos en mercaderes y los servicios médicos en instrumentos de comercialización. Este fenómeno no es privativo solo de los países del Sur, sino que incluso, en países altamente desarrollados en los hospitales públicos la calidad y rapidez del servicio, depende de cuanto pueda pagar el paciente.  
En el campo de la salud, el ejercicio libre, la clínica privada, constituyen resultados legítimos del proceso que se desarrolla en el campo de la economía, que busca a toda costa la vía de obtener ganancias con el servicio.  

La RCT ha contribuido a la agudización de las contradicciones, desigualdades sociales y enfrentamientos políticos entre los diversos países, e incluso, en los procesos internos de cada país, puesto que al encontrarse las fuerzas productivas controladas por el capital privado en su mayoría, el resultado de la RCT y las mejoras que esto pueda surtir en la producción, van a manos de ese capital privado. De esta manera les resulta más difícil a los más pobres, garantizar su salud por no disponer de los recursos necesarios para enfrentar los gastos de hospital, el médico y otros medios auxiliares.  

El impacto en los sistemas de salud de los diferentes países, de estas políticas públicas manifiesta las siguientes contradicciones fundamentales:  
1.    El paciente  como cliente consumidor, como objetivo de la propaganda del sistema de salud.
2.    La enfermedad es la base que sostiene el sistema de salud. Ella impulsa a la empresa que en forma de grandes consorcios internacionales manejan hospitales, promocionan servicios, comercializa medicamentos, etc.
3.    La mercancía que se ofrece es el servicio de salud que puede ser adquirido por quienes posean recursos y la calidad estará en dependencia de la cantidad de recursos que posea el consumidor o cliente.  

En otro orden de cosas el hambre, las guerras, las sequías y las inundaciones, son peligros que amenazan directamente al mundo material y espiritual de la personalidad. Todo eso guarda estrecha relación con el desarrollo de la ciencia y la técnica. El desarrollo de la RCT en tanto que cambio tecnológico de nuestra época conduce ineludiblemente al establecimiento de unas relaciones de producción que se corresponde con la nueva calidad de las fuerzas productivas. La RCT se nos presenta como parte inalienable de este profundo cambio social .  

Este proceso, que acelera el desarrollo social, influye grandemente en la organización de la actividad científica, lo cual conduce, necesariamente, a cambios en la posición que asume el Estado y una parte importante de la comunidad científica, así mismo, este cambio en el desarrollo de las fuerzas productivas, condicionan un cambio en la fisonomía de la producción social, el contenido y carácter del trabajo, la división social del trabajo, modificaciones en la estructura clasista de la sociedad, en las comunicaciones humanas, orientándose hacia nuevas estructuras para el trabajo científico y sus relaciones con el sistema social en su conjunto.

Conclusiones

Los cambios tecnológicos, específicamente en las ciencias médicas en la época actual se desarrollan de forma acelerada con un impacto positivo en la salud humana. En las actuales condiciones, la brecha entre los países desarrollados y subdesarrollados es cada vez más grande, sobre todo con la implementación de las políticas neoliberales, reflejándose en los cambios científicos y tecnológicos.

De esta manera la Revolución Científico –Técnica es en el mundo actual, generadora de tecnologías susceptibles de ser aplicadas para potenciar el desarrollo de cualquier rama de la actividad humana, una de ellas en particular: las Ciencias Médicas, lo que permitirá lograr incrementos sustanciales en la productividad y el mejoramiento de la calidad y la eficiencia en toda la actividad tanto industrial como de servicios. Las nuevas tecnologías en el campo de la salud pública tienen una amplia aplicación y son necesarias para brindar una mejor atención médica.

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11.    González, G. F.: La Revolución Científico - Técnica. Sus consecuencias en la esfera de la salud. Material digital.