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MARTÍ Y FIDEL, DOS HOMBRES Y UN MISMO CAMINO: LA DIGNIDAD PLENA.

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 AUTORES:

  •  Lic. Raisa  Maria Figueredo Llera.
           Profesor Auxiliar y Consultante de la Facultad ¨Manuel Fajardo
           Metodólogo de Extensión Universitaria. MINSAP
 
  •  Lic. Milagros Rodríguez Flores.
          Profesor Auxiliar de la Facultad de Tecnología de la Salud
 
 
 
INTRODUCCIÓN
 
Martí siempre ha estado en Fidel Castro .Su sentido de la moral, de la dignidad humana, del camino de servicio que se ha de emprender en la vida, hacen de Fidel Castro un fiel discípulo de José Martí.
No caben dudas de que Martí y Fidel constituyen unas de las figuras históricas más emblemáticas de los siglos IXX y XX.
Son el Sol y la Luz de la Nación Cubana, uno emergió del otro…. “Cuando parecía morir en el año de su centenario,… cuando parecía que su memoria se extinguiría para siempre”. Fidel se apoderó de toda la luz que le ofrecía el Sol del Maestro e iluminó para siempre el porvenir del digno pueblo cubano.
Encontrar coincidencias en su pensamiento y acción es  sin dudas un ejercicio que para los estudiante de las Ciencia Médicas es siempre enriquecedor y una fuente inigualable de valores humanos, aspecto tan importe en nuestra formación puesto que consideramos que en nuestros días cobra singular importancia el hecho de seamos finalmente verdaderos patriotas que esa es precisamente, la base de la continuidad histórica de la revolución.
En nuestro trabajo pretendemos abordar la presencia permanente del pensamiento Martiano en la vida y obra de Fidel Castro que es sinónimo de decir en la obra de la Revolución Cubana.
 
 
OBJETIVOS:
 
Ø Motivar a los estudiantes en el estudio de los aspectos que marcan  la presencia permanente de Martí en el ideario y la acción de nuestro Comandante en Jefe.
Ø Contribuir, con el estudio de la convergencia de ambos idearios a la consolidación en nuestros estudiantes de un valor fundamental como es el PATRIOTISMO.
 
 
DESARROLLO
 
Al igual que buena parte de su generación, Fidel vivió su infancia y juventud en una sociedad que hizo de Martí paradigma de la nación, y que durante los años del frustrado proceso revolucionario del 30 sometió a crítica el sistema neocolonial desde los enjuiciamientos del Maestro.
 Las batallas por la Constitución de 1940, los afanes renovadores incumplidos por los gobiernos del Partido Auténtico y las esperanzas de dignificación moral representadas por Eduardo Chibás tuvieron como punta de lanza el verbo martiano, mientras que la escuela y las Universidades habaneras, a su vez, dieron coherencia y sistematicidad a Fidel en la lectura y asimilación de la prédica del Maestro.

El líder estudiantil y el joven abogado que se introdujo en las lides políticas, demostró disponer de un sólido conocimiento de la historia patriótica cubana y de un extenso manejo de la obra martiana.

Muchos años después, Fidel recordaba esa adscripción suya: “De lo primero que yo me empapo mucho, profundamente, es de la literatura martiana, de las obras de Martí, de los escritos de Martí; es difícil que exista algo de lo escrito por Martí, de sus proclamas políticas, sus discursos, que constituyen dos gruesos volúmenes, deben ser unas 2 mil paginas o algo más, que no haya leído cuando estudiaba en el bachillerato o estaba en la Universidad”.

Y precisaba Fidel: “Yo en ese momento tenía una doble influencia, que la sigo teniendo hoy: una influencia de la historia de nuestra Patria, de sus tradiciones, del pensamiento de Martí, y de la formación marxista-leninista que habíamos adquirido ya en nuestra vida universitaria”.

Los grupos de revolucionarios que fueron reunidos por Fidel para afrontar con las armas a la tiranía batistiana compartían semejante culto patriótico e interés por las ideas del Apóstol, al punto de que ellos mismos se denominaron la Generación del Centenario ante aquel aniversario de su natalicio.

“Traigo en el corazón la doctrina del Maestro”

Así, como sabemos, dijo Fidel durante su alegato de defensa en el juicio por los sucesos del 26 de julio de 1953. No era propaganda hueca la frase sino profunda convicción como patentiza el programa revolucionario expuesto en La historia me absolverá, una verdadera guía de incuestionable impronta martiana para alcanzar la república diseñada desde el siglo XIX y para cumplir la verdadera liberación nacional del país.

Por eso durante los preparativos en la Isla y en el extranjero para reanudar la luchar armada, la amplia campaña en busca de apoyo político y material no solo se asentó en la palabra del Maestro sino que, de hecho, siguió su estrategia unitaria contra el colonialismo. Demostraba así Fidel nuevamente que no era un mero repetidor de sus frases, ellas calaban tanto en su propia doctrina como en su acción.

Como prueba de su adscripción plena a la ética martiana, al referirse al martirologio del Moncada y describir los crímenes de la tiranía contra sus compañeros prisioneros y asesinados, afirmó Fidel, en 1955: “Eduqué mi mente en el pensamiento martiano que predica el amor y no el odio”.

Desde luego, que tras el triunfo del Primero de Enero y comenzar la obra de transformaciones revolucionarias y hacia el socialismo, el desarrollo y maduración del pensamiento de Fidel nunca ha dejado de lado las enseñanzas martianas.

“¡Al fin, Maestro, tu Cuba que soñaste, está siendo convertida en realidad!”

Así señalaba en un discurso de 1960 cómo se cumplía el deseo martiano, frustrado en 1898, al fundamentar en Martí la obra de cambios que emprendía la Revolución: esta no era algo impostado sino expresión de las tradiciones y las necesidades insatisfechas del pueblo cubano. Raíz nacional y popular, raíz martiana tenía y tiene el proceso que rescató las riquezas y la soberanía nacionales, que abolió los privilegios y la explotación, que elevó las condiciones de vida y abrió amplio espacio al desarrollo de las capacidades de todos los cubanos.

El gran combate contra el imperialismo de Estados Unidos ha sido siempre entendido por Fidel como la continuación del que en silencio emprendiera Martí, quien además, a su juicio, es la fuente esencial de los sentimientos latinoamericanistas y de las muestras de solidaridad e internacionalismo expresadas durante todos estos años por los cubanos. De ese modo, y dado el objetivo antillanista de Martí, la Revolución cubana no ha cejado en su apoyo manifiesto a la independencia de la hermana isla de Puerto Rico.

De igual manera, desde la creación del Partido Comunista de Cuba como elemento culminante del proceso unitario de las fuerzas revolucionarias, Fidel ha insistido siempre en su fundamentación martiana junto a la marxista-leninista. En 1973 dijo: “El partido de la unidad. Como el Partido Revolucionario Cubano de la independencia, hoy dirige nuestro Partido la Revolución. Militar en él no es fuente de privilegios sino de sacrificios y de consagración total a la causa revolucionaria”.

Estas consideraciones éticas que Fidel coloca en primer plano para el Partido, siguen desde luego las enseñanzas quizás más importantes de Martí: su sentido de la moral, de la dignidad humana, del camino de servicio que se ha de emprender en la vida frente a los apetitos materiales, de poder, y las vanidades de la gloria.

Hace más de 30 años Fidel manifestaba una idea que hoy no solo es imprescindible tomarla en cuenta, sino que constituye un basamento eterno para nuestro acercamiento y nuestra comprensión del mayor de los cubanos: “Podemos decirle a Martí que hoy más que nunca necesitamos de sus pensamientos, que hoy más que nunca necesitamos de sus ideas, que hoy más que nunca necesitamos de sus virtudes”.

Ese papel de guía eterno, de ejemplo de conducta y de alineamiento con los pobres de la tierra frente a toda acción de injusticia, de preocupación por el decoro y la dignidad, son probablemente los elementos esenciales asumidos de Martí por Fidel, quien se ha encargado de transmitir esos valores una y otra vez.

Quizás más allá de todos sus aportes al pensamiento revolucionario, de su extraordinaria comprensión de la política, de su dedicación a su pueblo y a las causas populares, Fidel se inscribe en la historia como un líder moral, continuador de esa gran fuerza que proclamara Martí que es el amor, el amor a los seres humanos y a su vida digna. Cuánta verdad, pues, en su declaración pública de 1955: “Es el Apóstol el guía de mi vida”.

CONCLUSIONES
  •  El ideario de José Martí es la fuente ideológica más significativa en la formación y desarrollo del pensamiento de Fidel Castro.
  •  Una Patria Unida basada en la fortaleza de las ideas es en síntesis la coincidencia más significativa de la vida y obra de Martí y Fidel.
  • El ideario Martiano, el pensamiento de Fidel Y la ideología del Marxismo Leninismos son el sustento ideológico de la Revolución Cubana.
 
 
Bibliografía
 
1.-Revista Cuba Socialista. Número 30 .2006.
2.-Periódico Trabajadores. Edición digital.Abril.2007.
3.-Fidel Castro Ruz. Compendio de Discursos. Edición Digital.2007

4.-Oficina del Programa Martiano (OPM) cms Drupal. 2007-2008